Muchas mujeres creen que no son nada creativas y admiran con anhelo a las personas que consideran que sí lo son. Pero la única diferencia entre unas y otras es la cantidad de tiempo que le han dedicado las personas creativas a este aspecto de sí mismas. La creatividad puede ser tanto nuestra capacidad para dar soluciones a los desafíos que nos propone la vida, como la capacidad para materializar una idea y convertirla en una realidad. En cualquier caso, la creatividad necesita tiempo y dedicación para ser desarrollada.
El arte es un verdadero aliado a la hora de conectar con nuestra creatividad. Si somos capaces de quitarnos de la cabeza la idea de que el arte y la creatividad están destinados a ser desarrollados sólo por grandes talentos podemos darnos la oportunidad de probar el placer que ofrece el acto creativo sin una meta concreta, sólo guíada por nuestra curiosidad, ganas de jugar, conectar con lo que sentimos y con lo que nos gusta y dejarnos llevar por lo casual y lo espontáneo. De esta manera puedes establecer una relación con tu proceso creativo y escuchar las voces que te niegan esta posibilidad de ti misma. Puedes reconocer que tienes un mensaje para ti, un estilo único, un criterio personal y te haces consciente de que tu creatividad habla de ti y de cómo entiendes el mundo. Estableces una relación con tu mundo interno, con tu forma de proyectarte y con tu manera de tratarte cuando trabajas esta capacidad.
Uno de los aspectos más valiosos que tiene la creatividad es la posibilidad que nos ofrece de reconocernos y reinventarnos de la forma más apropiada para nuestro bienestar, y, con todas estas herramientas en la mano, desarrollar tus talentos con confianza y seguridad y elegir con plena libertad y con la infinita creatividad que duerme en tu interior cuál es la versión de ti misma que quieres dar a luz.